Es que, durante sus doce años de papado, el argentino se destacó por su austeridad y por generar puentes de diálogo, no solo entre naciones, sino también interreligioso.
Fue a fines de noviembre de 2017 cuando el Sumo Pontífice llegó a Bangladesh, la última parada de su gira por países de Asia. Fue recibido en el aeropuerto por el presidente Abdul Hamid durante una ceremonia donde sonaron los himnos protocolares. Se quedó por tres días en Dacca, la capital.
Uno de los momentos más icónicos fue cuando el papa Francisco se subió a un rickshaw, uno de los populares triciclos de tres ruedas que sirven de taxi habitual en Bangladesh, para recorrer los 100 metros que separaban el arzobispado del palco donde celebrará un acto interreligioso, durante su segundo día de visita a ese país.